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Leyendas urbanas de las gafas progresivas

23/06/2017

Quito, pongo, quito, pongo… ahora en la punta de la nariz, miro por arriba… el ordenador? nada de nada mire por donde mire!!!

Me las he vuelto a dejar en casa!!! Ya las he vuelto a perder!!! Las llevaba en el bolsillo de la camisa, me agaché y…!!! Me he apoyado en el bolso…!!!

Tengo que tener 4. Una en casa, otra en el trabajo, otra en la casa del pueblo y otra que llevo encima para ir a la compra. 

Sí, son las gafas de cerca. Muy útiles siempre, imprescindibles a veces, pero poco prácticas en el día a día de una persona en la actualidad. 

 
Tanto si tienes como si no tienes necesidad de gafas de lejos para ver bien, la solución a todos estos problemas son las gafas progresivas.

 

En torno a las gafas progresivas hay una serie de creencias, bulos, leyendas urbanas, todas ellas inciertas, de las cuales vamos a hablar ahora mismo. 

¡Tengo 2 compañeros de trabajo que las compraron y no podían llevarlas!

¡Intenté usarlas una vez hace 20 años y no hubo manera de aclararse con ellas!

¡Cuando me pongo a ver la tele en el sofá son muy incómodas!

¡He probado las de mi madre y las progresivas a mí no me van bien! 

 

Existen multitud de comentarios de este tipo acerca de las gafas progresivas pero lo cierto es que todos ellos tienen su explicación, muy simple que ahora entenderéis… pero antes…

¿Sabías que las gafas progresivas existen hace más de 30 años?

¿Sabías que 4 de cada 5 personas mayores de 45 años que usa gafas las usa progresivas sin problema alguno? Sí, todas esas personas con las que te cruzas por la calle a diario lleva gafas progresivas y siguen vivas!!!

¿Sabías que a las gafas progresivas no hay que adaptarse ni acostumbrarse?

¿Sabías que las gafas en general y las gafas progresivas en particular no tienen la función de hacerte ver? 

 

Podría estar todo el día planteándome preguntas de este tipo pero creo que ya puedes haberte visto reflejado en alguno de estos casos o incluso en más de uno… Pues sí, todo esto es así.

Las gafas progresivas no son un invento reciente, ya hace muchos años que existen y está demostrado que su funcionamiento roza, en la mayoría de los casos, lo ideal. Puedes intentar quitarle durante unas horas sus gafas progresivas a un familiar y comprobarás que esto que te digo es rigurosamente cierto.

Las gafas progresivas no son un artilugio mágico que te hace ver, son un instrumento óptico que a través de una ciencia llamada óptica te proporciona calidad de vida.

A una gafa progresiva no hay que acostumbrarse o adaptarse, esas palabras ya de por sí tienen una injusta connotación negativa, simplemente hay que tener un poco de predisposición a entender cómo funcionan y aprender a mirar con ellas.

Si la gafa está correctamente graduada y montada y la montura correctamente seleccionada por el profesional para el cliente, prácticamente nunca existen problemas en el uso.

Este tipo de lentes ha evolucionado muchísimo en los últimos años y el confort visual que pueden llegar a proporcionar actualmente es muy alto. 

Está claro que hay algunas circunstancias en las cuales algún otro tipo de cristal más específico puede dar mejor resultado que una gafa progresiva de las llamadas universales, pero para el 80% de las actividades y sobre todo para la vida cotidiana, las gafas progresivas son una opción excelente.

Hay que recordar que todas las gafas son personales e intransferibles, y las gafas progresivas lo son más aún debido a que su montaje depende totalmente de la persona y de la posición relativa de la montura en la cara de cada uno. Si ves mal con las gafas del vecino... ¡ES NORMAAAAAL! Pues están hechas para tu vecino, no para ti.

Podría estar hablando semanas de las gafas progresivas y no quiero que se me olvide lo más importante… 

“Cuando compras unas gafas progresivas no estás comprando vista (que también), estás ganando calidad de vida”. 
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